No es ningún chiste.
Tras la jornada de
elecciones de ayer, todo el mundo tiene los ojos en Hollande, el
pseudo-socialista francés, pero realmente el país que presenta el parlamento
más interesante y preocupante a la vez es Grecia.
El ascenso de las fuerzas
de izquierdas como el Partido Comunista KKE y la Coalición de la Izquierda
Radical (segundo grupo más votado) son, a priori, buenas noticias. Significa un
giro importante a la izquierda anticapitalista, y debemos verlo con buenos ojos
(aunque, claro, todavía está por ver qué tipo de acciones tomarán y cómo se
desarrollarán las cosas).
Sin embargo, la moneda
tiene una doble cara: el auge de la extrema izquierda ha venido acompañado del
preocupante ascenso de la ultraderecha, especialmente del partido neonazi
Amanecer Dorado, que ha obtenido 21 escaños.
Repito, no es ningún
chiste: estamos hablando de un partido que afirma querer librarse de la
“escoria inmigrante”, que ha propuesto minar la frontera para evitar la entrada
de inmigrantes (irónicamente, son los griegos a día de hoy los que emigran),
que tiene simpatizantes en la policía y los servicios de inteligencia griegos y
que ha usado a sus militantes prácticamente como fuerzas paramilitares en
diversas y terribles agresiones. El propio líder, Nikos Mijaloliakos, cumplió condena de trece meses de cárcel
por un intento de atentado con bomba en un cine (o eso, al menos, dice la
prensa oficial).
Las
situaciones de crisis fomentan el ascenso de los fascismos y los sentimientos
ultra-nacionalistas, que abanderan un discurso visceral y fácil de comprender
para las masas desesperadas. Así fue el ascenso de Hitler al poder, tras el
injusto Tratado de Versalles y el crack del 29.
Grecia es un
país en quiebra, con una situación política de una inestabilidad y una
precariedad económica peligrosa y preocupante. Y no sólo eso, está intervenida
por Europa. Es un país que ha perdido por completo su soberanía nacional, uno
de los pilares del propio discurso liberal y del Estado moderno. La reacción no
debe sorprendernos: el sentimiento nacionalista llevado al extremo, el
neofascismo. Esto sumado a la facilidad de culpar a la inmigración de muchos de
los problemas y al miedo de mucha población al auge de la extrema izquierda,
son los ingredientes para un cóctel explosivo.
No hay duda
de que las fuerzas de izquierda y antifascistas son más potentes en el
parlamento griego que Amanecer Dorado. Sin embargo, lo que queda claro es la
polarización brutal a la que está llegando el país, peligrosa semilla de toda
guerra civil o sistema dictatorial.
Debemos
mirar a Grecia con cuidado, pues sabemos que nuestro país va encaminado a una
situación económica similar, y tenemos que luchar por evitar un cuadro así en
las próximas elecciones.
Ya en las
últimas elecciones municipales de 2011, hubo un concejal del partido de
ultraderecha España 2000 en la ciudad de Alcalá de Henares (Madrid). Esperemos,
al menos, que la existencia en España de movimientos de discurso “nacional
revolucionario”, pero de corte anti-racista y anti-xenófobo (como pueda ser
Falange) pueda servir de colchón para el descontento social derechista…
Hay algo más
que debemos tener en cuenta. Amanecer Dorado no ha obtenido esos resultados
sólo por un descontento social, sino por haber sabido canalizarlo y transmitir
confianza a muchos griegos/as desesperados. A.D. ha estado haciendo labor
social en muchos barrios, llevando comida a las familias (griegas, por
supuesto) de sectores marginales de la población.
Hay un
testimonio de un ateniense que cuenta cómo un grupo de paquistaníes había
ocupado un local de su pertenencia en el que quería montar un pequeño negocio.
La policía no podía hacer nada, pero un agente le pasó el contacto de Amanecer
Dorado. Un grupo de militantes del partido llegó al local y desalojó a los
paquistaníes, propinando a muchos brutales palizas. Este tipo de acciones, que
son a la vez una muestra de crueldad y de solidaridad étnica-nacional, pueden
hacer que ciudadanos griegos que, en ocasiones normales jamás habrían confiado
en un nazi, sientan que Amanecer Dorado es el único grupo que hace algo por
ellos.
Del mismo
modo, en Italia están extendiéndose los movimientos neofascistas que realizan
okupaciones para alojar a familias italianas o realizar actividades sociales.
Por suerte,
en España, gran parte de este tipo de iniciativas pertenecen a movimientos de
distintas ramas de la izquierda. Pero debemos aprender de la lección griega. Si
queremos que triunfe una alternativa anticapitalista de izquierdas,
democrática, participativa y solidaria no debemos limitarnos a protestar,
separarnos en grupúsculos, repetir consignas y hacer apología de la
destrucción.
Debemos,
sobre todo, construir. Construir los lazos sociales, el colchón social y las
redes que se van a deteriorar (ya lo hacen) con las nuevas medidas de
“austeridad” neoliberales. Tenemos que estar junto a la población en sus peores
momentos, tenemos que actuar de forma constructiva y productiva en nuestros
barrios y pueblos. Tenemos que ser los primeros en llevar a la práctica nuestro
mensaje, y hacer que la gente experimente las ideas, actitudes y valores que
pretendemos transmitir. Sólo así podrán juzgarnos con conocimiento, para bien o
para mal.
Estamos ante
momentos cruciales de una incertidumbre política aplastante. De nosotros/as
depende dar lo mejor que sepamos.
Fuerza y
apoyo al pueblo griego.
Fuerza y
esperanza a todos los pueblos del mundo.
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