lunes, 7 de mayo de 2012

NEONAZIS en el parlamento griego.


            No es ningún chiste.

            Tras la jornada de elecciones de ayer, todo el mundo tiene los ojos en Hollande, el pseudo-socialista francés, pero realmente el país que presenta el parlamento más interesante y preocupante a la vez es Grecia.

            El ascenso de las fuerzas de izquierdas como el Partido Comunista KKE y la Coalición de la Izquierda Radical (segundo grupo más votado) son, a priori, buenas noticias. Significa un giro importante a la izquierda anticapitalista, y debemos verlo con buenos ojos (aunque, claro, todavía está por ver qué tipo de acciones tomarán y cómo se desarrollarán las cosas).

            Sin embargo, la moneda tiene una doble cara: el auge de la extrema izquierda ha venido acompañado del preocupante ascenso de la ultraderecha, especialmente del partido neonazi Amanecer Dorado, que ha obtenido 21 escaños.

            Repito, no es ningún chiste: estamos hablando de un partido que afirma querer librarse de la “escoria inmigrante”, que ha propuesto minar la frontera para evitar la entrada de inmigrantes (irónicamente, son los griegos a día de hoy los que emigran), que tiene simpatizantes en la policía y los servicios de inteligencia griegos y que ha usado a sus militantes prácticamente como fuerzas paramilitares en diversas y terribles agresiones. El propio líder, Nikos Mijaloliakos, cumplió condena de trece meses de cárcel por un intento de atentado con bomba en un cine (o eso, al menos, dice la prensa oficial).

            Las situaciones de crisis fomentan el ascenso de los fascismos y los sentimientos ultra-nacionalistas, que abanderan un discurso visceral y fácil de comprender para las masas desesperadas. Así fue el ascenso de Hitler al poder, tras el injusto Tratado de Versalles y el crack del 29.

            Grecia es un país en quiebra, con una situación política de una inestabilidad y una precariedad económica peligrosa y preocupante. Y no sólo eso, está intervenida por Europa. Es un país que ha perdido por completo su soberanía nacional, uno de los pilares del propio discurso liberal y del Estado moderno. La reacción no debe sorprendernos: el sentimiento nacionalista llevado al extremo, el neofascismo. Esto sumado a la facilidad de culpar a la inmigración de muchos de los problemas y al miedo de mucha población al auge de la extrema izquierda, son los ingredientes para un cóctel explosivo.

            No hay duda de que las fuerzas de izquierda y antifascistas son más potentes en el parlamento griego que Amanecer Dorado. Sin embargo, lo que queda claro es la polarización brutal a la que está llegando el país, peligrosa semilla de toda guerra civil o sistema dictatorial.

            Debemos mirar a Grecia con cuidado, pues sabemos que nuestro país va encaminado a una situación económica similar, y tenemos que luchar por evitar un cuadro así en las próximas elecciones.

            Ya en las últimas elecciones municipales de 2011, hubo un concejal del partido de ultraderecha España 2000 en la ciudad de Alcalá de Henares (Madrid). Esperemos, al menos, que la existencia en España de movimientos de discurso “nacional revolucionario”, pero de corte anti-racista y anti-xenófobo (como pueda ser Falange) pueda servir de colchón para el descontento social derechista…

            Hay algo más que debemos tener en cuenta. Amanecer Dorado no ha obtenido esos resultados sólo por un descontento social, sino por haber sabido canalizarlo y transmitir confianza a muchos griegos/as desesperados. A.D. ha estado haciendo labor social en muchos barrios, llevando comida a las familias (griegas, por supuesto) de sectores marginales de la población.

            Hay un testimonio de un ateniense que cuenta cómo un grupo de paquistaníes había ocupado un local de su pertenencia en el que quería montar un pequeño negocio. La policía no podía hacer nada, pero un agente le pasó el contacto de Amanecer Dorado. Un grupo de militantes del partido llegó al local y desalojó a los paquistaníes, propinando a muchos brutales palizas. Este tipo de acciones, que son a la vez una muestra de crueldad y de solidaridad étnica-nacional, pueden hacer que ciudadanos griegos que, en ocasiones normales jamás habrían confiado en un nazi, sientan que Amanecer Dorado es el único grupo que hace algo por ellos.

            Del mismo modo, en Italia están extendiéndose los movimientos neofascistas que realizan okupaciones para alojar a familias italianas o realizar actividades sociales.

            Por suerte, en España, gran parte de este tipo de iniciativas pertenecen a movimientos de distintas ramas de la izquierda. Pero debemos aprender de la lección griega. Si queremos que triunfe una alternativa anticapitalista de izquierdas, democrática, participativa y solidaria no debemos limitarnos a protestar, separarnos en grupúsculos, repetir consignas y hacer apología de la destrucción.

            Debemos, sobre todo, construir. Construir los lazos sociales, el colchón social y las redes que se van a deteriorar (ya lo hacen) con las nuevas medidas de “austeridad” neoliberales. Tenemos que estar junto a la población en sus peores momentos, tenemos que actuar de forma constructiva y productiva en nuestros barrios y pueblos. Tenemos que ser los primeros en llevar a la práctica nuestro mensaje, y hacer que la gente experimente las ideas, actitudes y valores que pretendemos transmitir. Sólo así podrán juzgarnos con conocimiento, para bien o para mal.

            Estamos ante momentos cruciales de una incertidumbre política aplastante. De nosotros/as depende dar lo mejor que sepamos.

            Fuerza y apoyo al pueblo griego.

            Fuerza y esperanza a todos los pueblos del mundo. 









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