domingo, 13 de mayo de 2012

15 Mentiras. Respuesta a la portada de La Razón


            La Razón debe ser, sin duda alguna, el periódico de tirada nacional que más manipula la información y que más incita al odio. La polémica portada de hace unos días en la que daban datos y “antecedentes” de líderes estudiantiles simulando carteles de “Se Busca” son el ejemplo más vergonzoso de ello.

            La campaña que tiene contra el movimiento 15-M es digna del mejor tertuliano de Intereconomía, y la portada de hoy (13 de mayo) sobre el aniversario del movimiento deja clara sus intenciones: “15-M, 15 Mentiras”.

            Humildemente, como participante activo de las asambleas de barrio del movimiento, quiero dar una respuesta a los 15 puntos con los que el “periodista” (por llamarle de algún modo) Alfonso Merlos de La Razón saca a relucir nuestros trapos sucios…

1- No protegen las raíces de la democracia.
           
            Esto depende de cuáles sean las raíces de la democracia. Si las raíces de la democracia son el poder del pueblo, el respeto a la diversidad y la participación en la toma de decisiones, el 15-M no sólo protege las raíces de la democracia, sino que es uno de los movimientos a gran escala que más las respeta. Esto es algo que cualquiera con un mínimo de valores democráticos es capaz de ver si se digna a acercarse a la asamblea de su barrio.
            Ahora, si las raíces de la democracia son la legislación vigente y el magnánimo derecho de decidir cada cuatro años cuál de los dos titanes bipartidistas va a tomar decisiones por nosotros/as sin rendir cuentas ante nadie, en tal caso, NO, NO PROTEGEMOS LAS RAÍCES DE LA DEMOCRACIA.

            2- No están desligados de los antisistema.

            Para empezar, no estamos desligados de nadie a título individual. Cualquiera es libre de venir a las asambleas y participar en el movimiento.
            Cuando se dice “antisistema”, la gente se imagina crestas, ácratas consumiendo drogas y cubetos en llamas. Si se refieren a eso, el 15-M lleva un año demostrando el carácter cívico de sus movilizaciones. ¿Que en ocasiones ha habido algún grupo que ha provocado disturbios? Sí, aunque por lo general ha sido la propia policía… Sea como sea, a esta última semana me remito: disturbios, barricadas y 32 detenidos en los festejos del Atlético de Madrid. Ningún disturbio y 18 detenidos en el intento de acampada en Sol…
            Pero hay otro tipo de antisistema, ya que antisistema es, por definición, toda persona que se posiciona en contra de este sistema y propone alternativas. En este sentido, SÍ, SOMOS ANTISISTEMA.

            3- No presentan herramientas para el cambio.

            Me encanta la gente que cree que la política se hace en unos meses. El 15-M ha cumplido su mayor función de cambio: ha conseguido unificar a casi todos los movimientos sociales y a personas aisladas en torno a un solo eje que coordina, convoca y sirve de bandera. Han vuelto a poner el debate político en las plazas, ha empezado a romper la pasividad (sí, sólo “ha empezado”) y ha rescatado los valores de la democracia, el respeto y el civismo. Ha vuelto a ponernos esa etiqueta de la Revolución Francesa que el propio discurso liberal lleva siglos pregonando: CIUDADANÍA.
            Estos “periodistas” y tertulianos pretenden que consigamos en un año, abarcando todo tipo de opiniones e ideologías, dar un programa político mágico que no han dado ni siquiera la gente a la que se paga para ello.

            4- No defienden a los políticos responsables.

            Según La (sin)Razón, acusamos a ciertos políticos que son “grandes gestores” y muy responsables, e ignoramos la corrupción de políticos de izquierda o sindicalistas. Aunque puede ser cierto que, en general, peca de desconfiar de todo tipo de políticos, esto es, abiertamente, UNA MENTIRA. El 15-M ha acusado a todo tipo de políticos corruptos, y los sindicatos, desde luego, no han sido una excepción. ¿Alguien se acuerda de los bloques críticos y las manifestaciones alternativas convocadas por el 15-M?

            5- No defienden a los que más sufren la crisis, por ejemplo, los comerciantes.

            MENTIRA. El 15-M lleva un año fomentando el consumo local y el apoyo al pequeño comercio frente a los poderes de las grandes plataformas y multinacionales. Además, las famosas pérdidas de ganancias que provocamos en los comercios aledaños a Sol quiero saber de dónde salen, pues creo que anoche unos cuantos casi agotan sus existencias.
            Y por cierto, los comerciantes, por muy jodidos que estén, no son quien más sufre la crisis. Están quienes sufren los recortes, las familias desahuciadas, las personas en paro y con trabajos precarios. Nadie puede negar que las asambleas de los barrios han tratado de estar ahí SIEMPRE.

            6- No quieren más democracia, sino un modelo mixto socialista, comunista y anarquista.

            Para empezar, y obviando la patada a la teoría política que supone esta frase, el 15-M abarca multitud de opiniones, ideologías y sensibilidades distintas. ¿Cómo puede un movimiento “no tener propuestas” y a la vez “tener propuestas comunistas”? Nuestras propuestas son las opiniones que consiguen consensuarse en cada asamblea entre diversidad de voces. Dejen de prejuzgar y escuchen qué se propone, y si les parece bien olviden las “advertencias” de tertulianos y demás fauna.
            Y, por cierto, ya que estamos no estaría nada mal que la gente le echase, al menos, un vistazo a lo que significan socialismo, comunismo y anarquismo. Sólo después de hacer eso podrán juzgar con criterio.

            7- No todos son pacifistas.

            Cierto. Pero menos pacifista es el partido que nos gobierna, que ya nos metió en una guerra a pesar de la oposición brutal de la población. Y menos pacifista es el Estado, que apalea a personas no violentas por la espalda, como ya hemos visto en diversas manifestaciones. Ninguna de estas dos cosas es comparable con un manifestante que rompe un cajero.
            Y, además, unas barricadas en Barcelona y disturbios NO SON GUERRILLA URBANA. Las guerrillas urbanas eran (son) bandas armadas, organizadas y que han llegado a dar golpes dignos de fuerzas especiales.

            8- No creen en el sufragio universal.

            Ni me molesto en contestar…

            9- No se rebelan contra toda forma de injusticia social.

            Aquí sale a la luz la pantomima de la libertad individual capitalista. Vamos, que, en palabras de Esperanza Aguirre, estamos “privatizando los espacios públicos”. Los mismos que recortan la educación, la sanidad, las pensiones y los derechos laborales a un país entero son los mismos que nos acusan de “privatizar”. El “periodista” de La Razón nos acusa de privar de “libertad de movimiento” a la gente cuando ocupamos las plazas. Respetamos la libertad individual, pero no vamos a dejar de luchar porque algunas personas sean tan sumamente cínicas que les moleste vernos en la calle.

            10- No son solidarios.

            Su aplastante argumento se basa en que si fuésemos solidarios en vez de ocupar plazas estaríamos dando platos de comida a los hambrientos. Damas y caballeros, lo que queremos no es darle platos de sopa a los pobres que crea el sistema, QUEREMOS QUE NO HAYA POBRES A LOS QUE DAR PLATOS DE SOPA.
            Solidaridad y caridad no son necesariamente lo mismo, y aquí estamos luchando por los derechos de todos y todas, por el futuro de todos y todas y por cambiar la realidad en todos los barrios. La red de apoyo mutuo que se está creando es solidaridad.
Y, en todo caso, tendría derecho a acusarnos alguien que dedica su vida a ayudar a los demás. Una persona leyendo La Razón y observándonos desde una terraza, sin hacer otra cosa, NO TIENE DERECHO a llamarnos insolidarios.

11- No son apartidistas, sólo se oponen a algunos partidos que no son de su agrado.

Somos apartidistas en tanto que tratamos de evitar ser manipulados por intereses de partidos (algo difícil, por cierto). Pero aceptamos, a título individual, a todo tipo de personas de todo tipo de partidos.
Además, el 15-M como movimiento nunca se declaró en contra de los partidos políticos, sólo en contra de PP y PSOE. De hecho, en las elecciones nunca ha pedido la abstención sino el voto responsable.

12- No se organizan de forma horizontal.

Según estos genios de la ciencia ficción, nos organizamos según un modelo verticalista soviético de arriba abajo. Sólo tengo una cosa que decir al respecto: JA JA JA JA.

13- No se rebelan contra toda forma de impunidad.

Su argumento es que intentamos echar para atrás las multas y juicios de personas detenidas. Porque, claro, debemos pedir la misma mano dura para el pobre que sale a manifestarse que para el miembro de la familia real que estafa o se va a cazar elefantes, ¿no?

14- No representan a la mayoría.

Esto es CIERTO. Pero no por ello vamos a quedarnos callados. De hecho, el PP tampoco representa a la mayoría (tiene menos de la mitad de los votos… sin contar la abstención). La diferencia entre nosotros/as y ellos es que nosotros tratamos de llegar a más gente, somos inclusivos y aceptamos todo tipo de propuesta. Somos abiertos. El PP, que tampoco representa a la mayoría, tiene derecho legal para hacer lo que quiera durante los próximos cuatro años, incluso destrozar nuestro país y terminar de venderlo al capital.

15- Sólo son inconformistas cuando les conviene.

Nos acusa de que sólo luchamos cuando hace buen tiempo. No voy a negar que hay demasiada gente que no es capaz de bajar a una asamblea cuando hace frío. (Por cierto, señor Merlos, ¿baja usted?). Pero se han hecho movilizaciones constantes durante todo el año, y eso es innegable. Es más… LA PRIMERA ACAMPADA RESISTIÓ LLUVIAS TORRENCIALES.


En conclusión, esta panda de propagandistas no sólo es que manipulen la realidad, es que directamente prefieren ignorarla y soltar una sarta de mentiras que, encima, tienen el valor de poner en portada. Aunque no podemos negarles que el título es acertado: esto no son ni más ni menos que 15 Mentiras.



viernes, 11 de mayo de 2012

Dictadura del proletariado y revolución (Eric Hobsbawm)

Extraído del libro Cómo cambiar el mundo, del historiador británico Eric Hobsbawm.


            Así pues, la experiencia del jacobinismo arrojó luz al problema del Estado revolucionario transicional, incluyendo la <dictadura del proletariado>, un concepto extensamente debatido en posteriores discusiones marxistas. Este término, poco importa si provenía de Blanqui, entró por primera vez en el análisis marciano en los años posteriores a la derrota de 1848-1849, es decir, en el escenario de una posible nueva edición de algo parecido a las revoluciones de 1848. Las posteriores referencias a dicho término se producen principalmente después de la Comuna de París y en relación con las perspectivas del Partido Socialdemócrata alemán en la década de 1890. A pesar de que nunca dejó de ser un elemento crucial en el análisis de Marx, el contexto político en el que se discutió cambió, pues, profundamente. De ahí algunas de las ambigüedades de los debates posteriores.

            Al parecer el propio Marx nunca utilizó el término <dictadura> para describir una forma específica de gobierno institucional, sino que siempre lo hizo para describir el contenido más que la forma de gobierno de grupo o clase. Por lo tanto, para él la <dictadura> podía existir con o sin sufragio universal. Sin embargo, es probable que en una situación revolucionaria, cuando el objetivo principal del nuevo régimen proletario ha de ser el de ganar tiempo adoptando inmediatamente <las medidas necesarias para intimidar suficientemente a la masa de la burguesía>, dicho gobierno tendiese a ser más abiertamente dictatorial. El único régimen realmente descrito por Marx como una dictadura del proletariado fue la Comuna de París, y las características políticas del mismo en las que hizo hincapié eran, en sentido literal, lo opuesto a dictatorial. Engels citó la <república democrática> como su forma política específica, <tal como ya había demostrado la Revolución Francesa>, y la Comuna de París. No obstante, puesto que ni Marx ni Engels se pusieron a elaborar un modelo universalmente aplicable de la forma de la dictadura del proletariado, ni a predecir todos los tipos de situaciones en los que podría aplicarse, no podemos concluir nada más a partir de sus observaciones aparte de que debería combinar la transformación democrática de la vida política de las masas con medidas para prevenir una contrarrevolución de manos de la derrotada clase dirigente. No tenemos autoridad textual alguna para hacer especulaciones acerca de cuál habría sido su actitud ante los regímenes postrevolucionarios del siglo XX, excepto que casi con toda probabilidad le habría dado la mayor prioridad inicial al mantenimiento del poder proletario revolucionario contra los peligros del derrocamiento. Un ejército del proletariado era la precondición de su dictadura.

            Como es bien sabido, la experiencia de la Comuna de París aportó importantes amplificaciones al pensamiento de Marx y Engels sobre el Estado y la dictadura proletaria. La maquinaria del viejo Estado no podía ser simplemente derrocada, sino que tenía que ser eliminada; aquí parece que Marx pensaba básicamente en la burocracia centralizada de Napoleón III, así como en el ejército y la policía. La clase obrera <tenía que protegerse contra sus propios representantes  y funcionarios> para evitar <la transformación del Estado y de los órganos del Estado de siervos de la sociedad en sus dueños> como había sucedido en todos los Estados anteriores. Aunque este cambio se ha interpretado principalmente en posteriores debates marxistas como la necesidad de salvaguardar la revolución contra los peligros de la maquinaria del viejo Estado superviviente, el peligro previsto se aplica a cualquier maquinaria de Estado a la que se permite establecer autoridad autónoma, incluida la de la propia revolución. El sistema resultante, discutido por Marx en relación a la Comuna de París, ha sido objeto de intensos debates desde entonces. Poco hay en él que no sea ambiguo a excepción de ha de estar compuesto por <siervos responsables (electos) de la sociedad> y no por una <corporación que se alce por encima de la sociedad>.

            Sea cual fuere su forma exacta, el gobierno del proletariado sobre la derrotada burguesía ha de mantenerse durante un periodo de transición de duración incierta y sin duda variable, mientras la sociedad capitalista se transforma gradualmente en una sociedad comunista. Parece evidente que Marx esperaba que el gobierno, o más bien sus costes sociales, <se marchitase> durante este período. Aunque distinguía entre <la primera fase de la sociedad comunista, tal como surge de la sociedad capitalista tras un largo y doloroso período> y una <fase más elevada>, en la que puede aplicarse el principio <de cada uno según su capacidad, a cada uno según la necesidad>, porque las viejas motivaciones y limitaciones de la capacidad y productividad humanas habían quedado atrás, no parece que plantease ninguna marcada separación cronológica entre las dos fases. Puesto que Marx y Engels rechazaban de forma inflexible esbozar el retrato de la futura sociedad comunista, cualquier intento de reconstruir sus observaciones fragmentarias o generales al respecto para obtener uno ha de evitarse por engañoso. Los propios comentarios de Marx sobre estos puntos, que le fueron sugeridos por un documento poco convincente (el Programa de Gotha), evidentemente no son exhaustivos. Se limitan básicamente a reafirmar principios generales.

            En general la posibilidad posrevolucionaria se presenta como un largo y complejo proceso de desarrollo, no necesariamente lineal y esencialmente impredecible en estos momentos. <Las exigencias generales de la burguesía francesa antes de 1789 estaban más o menos establecidas, como –mutatis mutandis- lo están las exigencias inmediatas del proletariado hoy en día. Eran más o menos las mismas para todos los países de producción capitalista. Sen embargo, ningún francés posrevolucionario del siglo XVIII tenía la menor idea, a priori, del modo en que en realidad habían de llevarse a cabo estas exigencias de la burguesía francesa>. Incluso después de la revolución, como él bien observó en relación con la Comuna, <la sustitución de las condiciones económicas del esclavismo de trabajo por las del trabajo libre y asociado tan sólo puede ser resultado de la obra progresiva del tiempo>, que <la actual “operación espontánea de las leyes naturales del capital y de la propiedad de la tierra” sólo puede reemplazarse por “la operación espontánea de las leyes de la economía social del trabajo libre y asociado” en el curso de  un largo proceso de desarrollo de nuevas condiciones>, tal como había ocurrido en el pasado con las economías feudales y esclavistas. La revolución tan sólo podía iniciar este proceso.

lunes, 7 de mayo de 2012

NEONAZIS en el parlamento griego.


            No es ningún chiste.

            Tras la jornada de elecciones de ayer, todo el mundo tiene los ojos en Hollande, el pseudo-socialista francés, pero realmente el país que presenta el parlamento más interesante y preocupante a la vez es Grecia.

            El ascenso de las fuerzas de izquierdas como el Partido Comunista KKE y la Coalición de la Izquierda Radical (segundo grupo más votado) son, a priori, buenas noticias. Significa un giro importante a la izquierda anticapitalista, y debemos verlo con buenos ojos (aunque, claro, todavía está por ver qué tipo de acciones tomarán y cómo se desarrollarán las cosas).

            Sin embargo, la moneda tiene una doble cara: el auge de la extrema izquierda ha venido acompañado del preocupante ascenso de la ultraderecha, especialmente del partido neonazi Amanecer Dorado, que ha obtenido 21 escaños.

            Repito, no es ningún chiste: estamos hablando de un partido que afirma querer librarse de la “escoria inmigrante”, que ha propuesto minar la frontera para evitar la entrada de inmigrantes (irónicamente, son los griegos a día de hoy los que emigran), que tiene simpatizantes en la policía y los servicios de inteligencia griegos y que ha usado a sus militantes prácticamente como fuerzas paramilitares en diversas y terribles agresiones. El propio líder, Nikos Mijaloliakos, cumplió condena de trece meses de cárcel por un intento de atentado con bomba en un cine (o eso, al menos, dice la prensa oficial).

            Las situaciones de crisis fomentan el ascenso de los fascismos y los sentimientos ultra-nacionalistas, que abanderan un discurso visceral y fácil de comprender para las masas desesperadas. Así fue el ascenso de Hitler al poder, tras el injusto Tratado de Versalles y el crack del 29.

            Grecia es un país en quiebra, con una situación política de una inestabilidad y una precariedad económica peligrosa y preocupante. Y no sólo eso, está intervenida por Europa. Es un país que ha perdido por completo su soberanía nacional, uno de los pilares del propio discurso liberal y del Estado moderno. La reacción no debe sorprendernos: el sentimiento nacionalista llevado al extremo, el neofascismo. Esto sumado a la facilidad de culpar a la inmigración de muchos de los problemas y al miedo de mucha población al auge de la extrema izquierda, son los ingredientes para un cóctel explosivo.

            No hay duda de que las fuerzas de izquierda y antifascistas son más potentes en el parlamento griego que Amanecer Dorado. Sin embargo, lo que queda claro es la polarización brutal a la que está llegando el país, peligrosa semilla de toda guerra civil o sistema dictatorial.

            Debemos mirar a Grecia con cuidado, pues sabemos que nuestro país va encaminado a una situación económica similar, y tenemos que luchar por evitar un cuadro así en las próximas elecciones.

            Ya en las últimas elecciones municipales de 2011, hubo un concejal del partido de ultraderecha España 2000 en la ciudad de Alcalá de Henares (Madrid). Esperemos, al menos, que la existencia en España de movimientos de discurso “nacional revolucionario”, pero de corte anti-racista y anti-xenófobo (como pueda ser Falange) pueda servir de colchón para el descontento social derechista…

            Hay algo más que debemos tener en cuenta. Amanecer Dorado no ha obtenido esos resultados sólo por un descontento social, sino por haber sabido canalizarlo y transmitir confianza a muchos griegos/as desesperados. A.D. ha estado haciendo labor social en muchos barrios, llevando comida a las familias (griegas, por supuesto) de sectores marginales de la población.

            Hay un testimonio de un ateniense que cuenta cómo un grupo de paquistaníes había ocupado un local de su pertenencia en el que quería montar un pequeño negocio. La policía no podía hacer nada, pero un agente le pasó el contacto de Amanecer Dorado. Un grupo de militantes del partido llegó al local y desalojó a los paquistaníes, propinando a muchos brutales palizas. Este tipo de acciones, que son a la vez una muestra de crueldad y de solidaridad étnica-nacional, pueden hacer que ciudadanos griegos que, en ocasiones normales jamás habrían confiado en un nazi, sientan que Amanecer Dorado es el único grupo que hace algo por ellos.

            Del mismo modo, en Italia están extendiéndose los movimientos neofascistas que realizan okupaciones para alojar a familias italianas o realizar actividades sociales.

            Por suerte, en España, gran parte de este tipo de iniciativas pertenecen a movimientos de distintas ramas de la izquierda. Pero debemos aprender de la lección griega. Si queremos que triunfe una alternativa anticapitalista de izquierdas, democrática, participativa y solidaria no debemos limitarnos a protestar, separarnos en grupúsculos, repetir consignas y hacer apología de la destrucción.

            Debemos, sobre todo, construir. Construir los lazos sociales, el colchón social y las redes que se van a deteriorar (ya lo hacen) con las nuevas medidas de “austeridad” neoliberales. Tenemos que estar junto a la población en sus peores momentos, tenemos que actuar de forma constructiva y productiva en nuestros barrios y pueblos. Tenemos que ser los primeros en llevar a la práctica nuestro mensaje, y hacer que la gente experimente las ideas, actitudes y valores que pretendemos transmitir. Sólo así podrán juzgarnos con conocimiento, para bien o para mal.

            Estamos ante momentos cruciales de una incertidumbre política aplastante. De nosotros/as depende dar lo mejor que sepamos.

            Fuerza y apoyo al pueblo griego.

            Fuerza y esperanza a todos los pueblos del mundo.